Confianza sobre temor
Salmo 46:2-11
Dios nos cuida en las situaciones más adversas. ¿Qué nueva adversidad se ha presentado en tu vida a escasos días de iniciado el año? ¿Hay alguna que te acompañe desde hace tiempo? Pudiera ser enfermedad, incertidumbre ante algún posible diagnóstico, problemas familiares, o en la iglesia, desempleo, problemas en el trabajo, en la escuela, conflictos que no logras solucionar, la pérdida de algún ser querido, alguien traicionó tu confianza; tu paciencia se agota por esperar algo que no parece que vaya a llegar, etc.
Me atrevo a afirmar que todos nos encontramos atravesando alguna adversidad, grande o pequeña. Cual sea la gravedad de la situación, el salmista nos invita a confiar en Dios y rendirle el control sobre todo. Sin embargo, la reacción instantánea de algunos de nosotros consiste en comenzar a llenar nuestra mente con pensamientos de queja y preocupación, en intentos fallidos de solucionar las cosas por nuestra cuenta que luego desencadenan estrés, depresión y ansiedad (enfermedades muy de moda en estos tiempos de sobre estimulación). Esperamos hasta estar completamente abrumados para llamar a la línea de emergencia de Dios, cuando deberíamos hacerlo al instante, antes de cualquier otra cosa. Él es nuestro pronto auxilio, el contacto de mayor confianza, cuya respuesta es inmediata.
Consecuentemente, no podemos dejar que cuando el temor llegue se estacione en nuestro ser. Jesucristo ya nos ha hecho libres por medio de su amor demostrado en la cruz y podemos entrar en un estado de confianza plena, incluso cuando no comprendemos sus métodos (Rom.8:35-39).
Durante y pasada la prueba, digamos “venid, ved las obras de jehová” (v.8) Porque no hay adversidad que sobrepase el poderío de nuestro Señor, Él es el mismo de ayer, el Dios de Jacob, el mismo Dios que fue pronto para socorrer a su pueblo, ganando guerras a su favor a pesar de su infidelidad. Es el mismo que no tardará para venir en nuestra ayuda, ¡Él está por encima de todo! ¿A caso no ha demostrado ser digno nuestra confianza? Tengamos fe y roguemos a Dios que nos sea fortalecida. Y cuando nos va bien, no seamos indiferentes ante el sufrimiento de nuestros hermanos, oremos en todo tiempo unos por otros, no demoremos en extender la mano para ayudar, tal vez tengamos el privilegio de ser el medio que Dios use para socorrer a un hermano.
Me maravillo al pensar que ¡el Dios que creó el universo está de nuestro lado! Basta con mirar atrás en nuestra propia vida y comprobar que somos un testimonio viviente de su fidelidad. Refugiémonos en Él y en su presencia, buscando estar en íntima relación con Él día a día y veamos cada adversidad como una oportunidad para darle gloria a su Nombre. Si bien es cierto que decirlo es más fácil que llevarlo a la práctica, en ese momento, cuando todo parece derrumbarse, el llamado de Dios es a estar en paz, y su santo espíritu nos la concede, a guardar silencio y escuchar su voz en medio de la prueba, a maravillarnos por lo que está a punto de hacer. “Estad quietos, conoced que yo soy Dios; seré exaltado sobre las naciones, enaltecido seré sobre la tierra” (v.10). Podemos también recordar las palabras de Job hacia Dios una vez pasada la prueba: “De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven”.
Las pruebas nos ayudan a conocer más a Dios, y su carácter sobrenatural, a redimensionar la magnitud de su grandeza y amor hacia nosotros, a comprender sus propósitos y experimentar la paz que sobrepasa todo entendimiento.
Tomémonos fuertemente de la mano de nuestro Padre Celestial, como un niño pequeño que confía en que su padre lo cuida y caminemos con Él a través de la adversidad sin soltarnos.
No temamos, Dios tiene cuidado.
Confiemos, somos instrumentos de su gloria.
Brenda Paola Catalan Betancourt
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