La esperanza de esperar
Habacuc 2:1-4
¿Cuándo decidimos ser pacientes? ¿Qué es lo que realmente motiva a nuestro corazón a esperar sin la necia necesidad de ponerle un plazo a Dios? ¿El anhelo por “mi recompensa” es mayor que la confianza plena y la certeza de su bien para mi vida en medio de la prueba? ¿De qué manera estoy confiando en Dios?
Constantemente las escrituras nos recuerdan la dependencia a nuestro salvador por medio de la paciencia, las escrituras son precisas y sin margen a enredos, confusión o complejidades. Dios es claro todo el tiempo: “confía en mi”.
Habacuc 2:1-4 es un recordatorio más; es la esperanza de una respuesta sin caducidad por parte de Dios. Entonces ¿qué es lo que nos lleva a dudar o a no querer depender de su soberana y perfecta voluntad? Sin duda, nuestras prioridades no son las prioridades del Dios soberano, todopoderoso y hacedor de milagros. Es ahí cuando el proceso transformador da inicio, tenemos la oportunidad por medio de su gracia de cada día, en cada decisión y en cada actuar de ser moldeados a su imagen. Las adversidades pueden estar presentes, pero la soberanía de Dios siempre será mayor, la esperanza en el Mesías es inamovible cuando constantemente nos permite ver la grandeza de su gloria en nuestras por medio de la cruz.
Si buscamos la definición de paciencia en algún diccionario, nos muestra un “deber ser”. En cambio, la palabra de Dios nos revela que la paciencia es renunciar a “mi yo como prioridad” y caminar cada paso bajo su voluntad sin pretextos.
“…mira a los orgullosos! Confían en sí mismos y sus vidas están torcidas.
Pero el justo vivirá por su fidelidad a Dios…”
Dios jamás tarda, Dios no nos hace esperar, Dios nos ama tanto que permite lo necesario porque su bien para nuestra vida siempre será mejor que el mayor de nuestros planes o anhelos.
“…aunque parezca que se demora en llegar, espera con paciencia…”
Norma Ramírez
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