La promesa de restauración que afirma nuestra fe

Salmo 126:1-6.

El regocijo del pueblo de Dios regresando de la cautividad era indescriptible y como un sueño; mientras reían entonaban cantos, alabando, engrandeciendo el nombre de Dios y el sonido de su gozo fue tal que las naciones vecinas los escucharon y decían “¡Grandes cosas ha hecho Dios con ellos!”

En el versículo 4 hay una oración, una petición para que Dios continúe restaurando a su pueblo y lo compara con los arroyos del Neguev cuando cubren el desierto, ―si― el agua que trae vida, renueva y da fertilidad a la tierra.

La petición por restauración con el gozo de su liberación va más allá cuando el salmista habla de una siembra y una cosecha. En la siembra de la semilla del Evangelio hay tres tiempos: sembrar, esperar y cosechar; en los tres tiempos muchas veces hay lágrimas y aflicción, pruebas y dificultades, pero con la confianza en Dios de que siempre habrá una cosecha abundante y gran regocijo.

Si usted y yo caminamos sobre las palabras de este salmo, ¡podemos afirmar y alentar nuestra fe recordando y viviendo en la liberación que Jesucristo nos ha dado con su muerte en la cruz, celebrando con gozo y alabando su nombre por la restauración y bendición a nuestra vida!; y plenamente convencidos de que después de las aflicciones o tiempos difíciles que todos enfrentamos, la siembra de la semilla de su palabra en nuestro corazón para testimonio de otros o de muchos, siempre traerá fruto de gozo y bendición.

Sara Elena Perales S.