Las Promesas de Dios se Cumplen
Marcos 13:24-37
«Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo y las potencias que están en los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre que viene en las nubes con gran poder y gloria.» (Marcos 13:24-26)
La palabra de Dios está llena de promesas, y una de las más asombrosas es el regreso de nuestro señor Jesucristo en poder y gloria. Este pasaje nos recuerda que, aunque enfrentemos tribulaciones y tiempos oscuros, Dios tiene un plan perfecto que terminará con la redención final de su pueblo, nosotros, su iglesia; usted y yo. El lenguaje de Jesús en este texto está lleno de imágenes impactantes: la oscuridad del sol y la luna, las estrellas cayendo y el cielo siendo estremecido. Estas descripciones nos hablan de un cambio radical en el orden del mundo, un recordatorio de que las dificultades que enfrentamos no son el fin. Dios tiene el control y cumple lo que promete.
El llamado de este pasaje no es solo a observar los acontecimientos, sino a mantenernos alerta y fieles. Jesús nos dice: «Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa». Esto no es una invitación al temor, sino a la esperanza activa. Estar alerta significa vivir confiando en las promesas de Dios, sabiendo que Él cumplirá cada palabra que ha dicho. En nuestra vida diaria, podemos enfrentar tiempos de incertidumbre, donde las «tribulaciones» personales parecen oscurecer nuestro horizonte. Pero este pasaje nos invita a levantar la mirada y recordar que Dios tiene un propósito eterno. Su promesa de regresar y restaurar todas las cosas nos asegura que nuestra esperanza no está en vano.
Mientras esperamos el cumplimiento de sus promesas, vivamos con un corazón
confiado, sirviendo y velando con fe. En cada prueba, recordemos que el Hijo del Hombre vendrá, y su gloria será la culminación de todas las promesas divinas.
Dios cumple sus promesas. No importa lo difícil que sea el camino, Él nos llama a confiar en Su fidelidad. ¿Estamos viviendo con esa esperanza viva?
Dios le bendiga.
Enrique Gonzalez Jr.
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