En los últimos días hemos visto en los medios de comunicación la triste noticia de un pitcher mexicano que estaba triunfando en las grandes ligas de beisbol de los Estados Unidos con un contrato millonario y resultados sorprendentes, y que fue suspendido por su equipo con el riesgo de ser dado de baja, después de haber sido arrestado por la policía con acusaciones graves de violencia doméstica.

Lo que se sabe es que en un momento de enojo y descontrol agredió a su pareja en plena vía pública. Cuán importante es tener paz con nosotros mismos y con los demás, no es garantía de ausencia de problemas pero podría librarnos de dificultades como estas. No es la primera vez que escuchamos noticias de deportistas o personas famosas que estando en la cúspide de su carrera su mundo se viene abajo por un momento de descontrol que los lleva a hacer cosas de las que seguramente se arrepentirán toda su vida.

Tampoco nos corresponde a nosotros erigirnos en jueces y declararlos culpables sin conocer las razones de su proceder, porque lo mismo ellos que nosotros un día tendremos que rendir cuentas por nuestras propias acciones, y ¿quién puede presumir de nunca haber hecho algo de lo cual tenga que arrepentirse? Dice este verso de la Escritura que la sal es buena, de hecho es tan buena que muchos abusamos de su consumo y luego los médicos y nutriólogos nos andan recomendando usarla con moderación o evitarla.

La sal les da sabor a los alimentos y también sirve para evitar que los alimentos se echen a perder, si la sal perdiera su sabor perdería su razón de ser y ya no serviría de nada, seguramente sería desechada. Los discípulos de Cristo hemos sido llamados a ser luz y sal en este mundo, debemos ser una influencia que alumbre y preserve en buen estado nuestro circulo de convivencia, si nos dejamos llevar por los valores del mundo, dejaremos de cumplir el propósito por el que Dios nos tiene en ese lugar y ya no serviríamos para los propósitos de Dios.

Lo opuesto a la paz es la guerra y la contienda, la Biblia nos enseña que todo eso viene de los malos deseos que luchan en nuestro interior, pero la paz es un fruto del espíritu, así es que, si queremos tener paz necesitamos crecer espiritualmente para que el fruto del espíritu se manifieste en nuestras vidas y para eso se requiere el compromiso de cultivar una sana relación con Dios a través de la lectura diaria de su Palabra, la oración y la comunión con otros creyentes que nos ayuden a mantenernos firmes en ese propósito.

Lo más deseable es vivir en un ambiente de paz y de concordia y mucha gente en el mundo genuinamente lo desea y lo busca a través de la adquisición de conocimientos nuevos y terapias de auto ayuda. Usted y yo sabemos que esto será más fácil cuando se tenga a Cristo en el corazón y se aprenda a descansar en él, porque él mismo lo dijo así «la pazos dejo, mi paz os doy», él también prometió darnos la paz que sobrepasa todo entendimiento.

Aun así, no siempre es lo más fácil vivir en paz con todo el mundo, pero yo lo invito a que a pesar de que el ambiente donde estemos no sea el más favorable, sigamos la recomendación que el apóstol Pablo le hizo a los romanos» Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, tened paz con todos los hombres».

Bendiciones.
Alfredo Ortiz García