Cada discípulo y seguidor de Cristo dejó un legado para los futuros creyentes. El legado de Juan fue el amor. Juan comprendió que la relación es lo que importa.

La Biblia prueba que quienes más amaron, sirvieron más sacrificialmente; incluso hoy lo seguimos experimentando. El amor será por
siempre, la energía mas eficaz que un creyente puede usar como combustible en todo su ser. Juan tenia la libertad de amar porque estaba profundamente convencido de que era amado. Él se llamaba a sí mismo “el discípulo amado”.

¿Cuán diferente sería la vida de cada creyente si nos caracterizamos, por sobre todo, como el discípulo amado de Jesucristo? ¿Es esa nuestra meta? Estoy convencida de que prácticamente todo, en la vida del creyente, depende de su creencia deliberada y activa aceptación del amor abundante e incondicional de Dios.

No creo que se nos puedan recordar demasiadas veces cuáles son las prioridades absolutas de Dios para nuestra vida. ¿Cuáles son tus prioridades, según Mateo 22:37-39? ¡Exacto! Amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, y con toda nuestra mente. Y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. No importa cuan diferentes sean nuestras personalidades, dones, estilos de adoración o denominación, la prioridad principal de Dios,


para cada uno de nosotros, es que lo amemos con todo lo que hay en nosotros. Y como dos cámaras de un mismo corazón, la sangre vital de su primera prioridad no puede fluir separada de la segunda: que amemos a los demás como a nosotros mismos.

Admítalo, amar es un desafío enorme. Nuestros más serios desafíos no son generalmente, cuando enfrentamos circunstancias difíciles, sino cuando nos relacionamos con “personas de lección” y no de bendición. Yo llamo “personas de lección” a aquellas que me es difícil amar, sin embargo, se que Dios la trajo a mi vida para enseñarme algo de mi propio carácter que necesito mejorar y al amarla; no solo estaré siendo una “persona de bendición” en su vida, si no también perfeccionando la obra que Jesús inicio en mí, así como siendo fiel a su mandato: “… como Yo los he amado, así también se amen los unos a los otros…” Juan 13:34

Dios sabe, que desafíos como el de amar a alguien que nos cae mal, harán que nos volvamos a Él constantemente para pedirle de su amor. Tenemos que sacar de nosotros nuestros afectos tóxicos y preferenciales para que nuestro corazón pueda estar lleno del amor
de Dios. Este amor vivo de Dios saldrá de nuestro corazón y salpicará a todos los que estén cerca.

Nancy Gómez